Perma-reseteo
La infomaterialidad arde.
El discurso que plantea que lo que sucede en internet está fuera del plano real-material articula este espacio como algo a la vez líquido e inmutable: "Cuidado con lo que subes a internet, que se queda ahí para siempre". Y es que, a pesar de la cuestión ontológica que presenta internet como una red inmaterial, como una nube intangible de datos, su materialidad permanece oculta tras el telón.
La materialidad de internet —esa infomaterialidad que nos presenta Gabrielidis— solo se hace evidente cuando hay un fallo, como una caída en las comunicaciones. Todo el entramado que sostiene internet como territorio —cables submarinos, servidores, el Starlink— solo es observable cuando el error apaga el foco y nos deja ver más allá del haz de luz, revelando la estructura.
Y vemos que esa estructura que soporta los libros de nuestras vidas online está en llamas, permanentemente ardiendo. La generación anual de contenido sobrepasa con creces la capacidad de almacenamiento. Hoy solo podemos guardar menos del 10% de lo producido. Esto implica una labor de archivística, una discriminación de qué datos merecen sobrevivir al tiempo, ser preservados.
Esto se traduce en una realidad online donde millones de sitios web desaparecen cada mes, donde blogs, foros y páginas que visitábamos hace diez o quince años hoy se han esfumado, total o parcialmente. Como ejemplo, podemos señalar la desaparición de Tuenti. La imposibilidad de revisitar esos recuerdos rompe la confianza en aquel precepto de "lo que está en internet se queda para siempre".
¿Dónde están las fotos con mis amigues? ¿Dónde está ese meme tan gracioso de 2012? ¿Dónde queda aquello que fui y ya no soy? Internet no es un repositorio infalible. La producción acelerada de imágenes, cada vez más pesadas, aviva el fuego y acelera la creación de nuevas ruinas digitales.
Readaptación de la publicación de Instagram publicada en @colectivoanemoia el pasado 24 de mayo de 2025.
Escrito por Arturo López Domingo, Presidente de la Asociación Anemoia.
Maquetado y adaptado por Fran García Gómez, Secretario de la Asociación Anemoia.